Hoy me gustaría hablar
de “la mala” o también conocida como “el día de la llorera”
o “la tontería”. Y como diría Goyo Jiménez “no lo digo, lo
hago”.
7/8/9 a.m. Suena el
despertador. Le das otros cinco minutitos más porque es
lunes/jueves/martes y estás reventad@. Te incorporas y notas que te
duele la cabeza. Malo. Ya empezamos mal. Te lavas la cara y ves en el
espejo lo pálid@ que estás. Estamos en Mayo/Junio/Julio y hoy hace
solazo y calor y tú tienes la melanina de Casper. Malo malo. No
empezamos bien el día. Desayunas mientras ves la tv/lees un
periódico/buceas en internet y lees que Montoro ha modificado un
tema de la oposición o que va a modificarlo/ que hay un tertuliano
en la tv que opina de derecho/economía sin tener ni puñetera idea
(en este país de derecho, economía y medicina opina todo pichi,
esto es así) y ya empiezas a “calentarte”. Te tomas un
ibuprofeno para tu dolor de cabeza sideral. Ibuprofeno que no te va a
hacer nada y lo sabes. Te metes en el opozulo. Si el opozulo tiene
ventanas, bajas la persiana/estor para no ver penas (también llamada
calle o mundo exterior) y enciendes tu fiel aliado el flexo. Tu dolor
de cabeza sigue ahí y pasan 2 horas y el tema no avanza. No
retienes, el ibuprofeno se ha llevado tus neuronas y ha decidido
dejarse el dolor de cabeza. Te entra el agobio. “No llego” (si
tienes que cantar), “no me sale” (si es contabilidad), “no me
acuerdo” (si estás repasando). Y ya no hablemos si esto sucede en
vísperas a un examen...
Y es ahí cuando llega
“la mala”.
En mi caso me da la
tontería de llorar. ¿Por qué lloro? Ay, buena pregunta. Pues no
tengo ni idea. Lloro. Por el agobio supongo. Lloro hasta el borde de
la deshidratación, hasta que me canso. Hasta que me aburro de
llorar. Entonces y solo entonces, hago mi táctica infalible. Me miro
al espejo y sí, corroboro mi palidez y me digo en voz alta (porque
un buen opositor habla en voz alta como si tuviera un amigo
imaginario llamado Spock) “A, ya está, ya has llorado, ya tienes
mocos y sigues igual de pálida y aun con más dolor de cabeza. ¿Has
ganado algo? No. ¿Has perdido algo? Si, tiempo y agua. Así que
venga, se acabó la tontería (y aquí viene la clave) si el tema no
entra hoy, entrará mañana y si no, no pasa nada”.
Creedme, funciona. Es
como un monólogo catártico. Como si la presión desapareciera y
entonces... el tema fluye. El dolor de cabeza seguirá ahí todo el
día, sí, pero tu estarás mucho mejor contigo mism@.
La mala puede tener otras
variantes, estrés, ansiedad... cualquier método de bloqueo que se
os ocurra pero todos tienen la misma solución: calmarse. Yo he
tenido SEMANAS (que se dicen pronto) de “la mala” y como dice mi
santa madre (que también preparó oposición) eso es que el cuerpo
te pide calma y como no se la des... vas fastidiado.
Por eso, como consejo a
modo zen os diría que oigáis lo que el cuerpo quiere. Esto es como
cuando estas a dieta y quieres una dichosa galleta de chocolate. Es
mejor comértela a estar todo el día con un mono y una ansiedad
dignos de tratar por drogadicción.
Y venga, volvamos al
opozulo pero siempre con una sonrisa.
A.
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